Miro por la ventana,
y atravesando las sedosas cortinas color carne casi puedo apreciar la brisa,
que mece lentamente las palmeras;
poco falta para que mis dados atraviesen el agua, tan fría como siempre,
y que los peces giren al rededor de unas manos infantiles
que crecieron demasiado rápido.
Greta B.
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